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VALCAMONICA
8.000 años de historia grabada en las rocas
por
Emmanuel Anati

EMMANUEL ANATI, especialista israelí en prehistoria, es Director del Centro Camúnico de Estudios Prehistóricos (Italia) y Secretario general de la Asociación Internacional para el Estudio de las Civilizaciones Prehistóricas y Etnológicas. Ha realizado trabajos de investigación en Europa, Cercano Oriente, India y Australia. Entre sus obras cabe citar La civilización de Valcamónica, Arte rupestre en la Arabia central (4 volúmenes), Los camunos en los orígenes de la civilización europea, Arte rupestre del Neguev y el Sinaí y Arte rupestre en las regiones occidentales de la Península Ibérica.

El descubrimiento y estudio de lo que el hombre primitivo nos ha dejado como obras o vestigios de arte y de civilización (en particular, el arte rupestre) contribuye grandemente a esclarecer la evolución de la sociedad humana tal como se ha desarrollado hasta nuestros días.
Un ejemplo excepcional en este sentido es Valcamónica, que constituye un conjunto único de arte rupestre capaz de proporcionarnos una enorme cantidad de datos históricos. Se trata de más de 150.000 figuras prehistóricas (la mayor concentración de arte rupestre conocida en el mundo) que son auténticos documentos creados durante un largo periodo de 8.000 años por los protagonistas de acontecimientos y vicisitudes que contribuyeron a la formación de la civilización europea.

Valcamónica es un valle alpino de sesenta kilómetros de largo, situado al norte de la ciudad italiana de Brescia. Se inicia en el lago Iseo, en los límites del valle del Po, y penetra hacia el norte hasta el desfiladero de Tonale, en el corazón de los Alpes. Los romanos construyeron una calzada, la Via Valeriana, que atravesaba el valle de sur a norte. Antes del periodo romano, sólo se podía llegar al valle por el sur en bote, cruzando el lago, y desde el norte por dos puertos alpinos que todavía hoy están cubiertos de nieve gran parte del año. Al este y al oeste se elevan grandes montañas que hacen muy difícil el acceso.
El arte rupestre de Valcamónica se concentra esencialmente en la parte central del valle, en el punto más lejano de los accesos al mismo. Y el 90 por ciento de las figuras grabadas en la roca se encuentran en una zona de seis kilómetros por cuatro.
En Valcamónica y en las zonas vecinas se han realizado diversos tipos de descubrimientos arqueológicos: restos de aldeas, tumbas, antiguos cultivos en terrazas, viejas minas, y en los períodos más recientes también vestigios de calles y puentes. Pero lo que caracteriza arqueológicamente a Valcamónica es el arte rupestre.

Las incisiones rupestres de Valcamónica se presentan como imágenes que el hombre ha grabado en la roca. Las superficies grabadas se encuentran al aire libre y algunas de ellas tienen una extensión superior a los cincuenta metros cuadrados y contienen más de mil figuras. Ciertas rocas grabadas afloran en la superficie mientras que otras fueron descubiertas durante las excavaciones.

Las figuras son descriptivas o simbólicas, o ambas cosas a la vez: son obra de generaciones de hombres que vivieron en un territorio determinado y que hallaron la manera de expresar sus propias realidades, sus propias creencias y sus propios sentimientos, en una forma que se ha conservado hasta hoy día.

El objetivo de las investigaciones realizadas en Valcamónica es hacer el balance de lo que sabemos con respecto a un periodo de 8.000 años durante el cual clanes de cazadores de la antigua Edad de Piedra se fueron transformando paulatinamente en tribus con actividades y estructuras cada vez más complejas. Después de cuatrocientas generaciones, cuando pasaron a formar parte del naciente Imperio Romano, los camunos ya eran una nación y tenían la estructura económica y social, la división del trabajo y de clases que desde ese momento caracteriza a la civilización europea.
Mediante el estudio de las técnicas de grabado, de los estilos, de los diversos revestimientos, de las superposiciones y de los elementos figurativos que componen todo estilo, ha sido posible determinar que el arte camuno experimentó una evolución estilística y conceptual. Estas mutaciones tienen gran importancia porque nos revelan un nuevo capítulo de la historia del arte y arrojan luz sobre los primitivos intentos de composición y de dibujo en perspectiva. De este modo, podemos seguir la evolución de un arte simbólico y el nacimiento de un arte figurativo que puede considerarse como uno de los más antiguos de este tipo entre los que se han estudiado hasta hoy. Pero, además, ese estudio revela la evolución ideológica y psicológica de un pueblo, muestra los contactos que mantuvo con otros pueblos e ilustra los acontecimientos históricos que decidieron de su destino.

'La colina de Luine cerca de Darfe': paisaje típico de una de las localidades rupestres de Valcamónica. Todas las rocas de la región, como la que descuella entre la vegetación en el centro de la foto, han sido localizadas, limpiadas,calcadas y fotografiadas.  De Luine proviene esta figura de un ciervo herido por flechas. En la representación del animal, el artista ha aprovechado las   hendiduras naturales de la piedra para sugerir las patas. Este grabado es uno de los más antiguos ya que data del período protocarnúnico o epipaleolítico. Las incisiones circulares fueron añadidas en una época posterior.

Con ese estudio se trata de reconstruir la epopeya de un pueblo desconocido hasta hace muy poco, para sacarlo de las tinieblas que lo han envuelto durante dos mil años, desde cuando dejó de ser una entidad autónoma. Los romanos los llamaban camunos, pero ¿quiénes eran, de dónde venían, cómo llegaron a constituir un pueblo, cuáles habían sido sus vicisitudes antes de la conquista romana?
Hasta hace cerca de 10.000 años, el Valle, como gran parte de la zona alpina, estaba cubierto de hielo. Hace 14.000 años, en Valcamónica había una capa de hielo de más de 1.000 metros de altura; ni el hombre ni muchos animales podían vivir en ese ambiente. La vida penetró en el Valle después del cambio climático que caracterizó el paso del Pleistoceno al Oloceno. A las plantas siguieron los animales, y tras ellos llegaron los cazadores. Mientras tanto, durante la etapa del deshielo, millones de metros cúbicos de hielo se transformaron en agua, invadiendo las grandes llanuras. Las planicies del Po, del Ródano, del Rin y del Danubio se convirtieron entonces en vastos pantanos, o en enormes cursos de agua. Como consecuencia de tal fenómeno ecológico, algunas poblaciones que antes habitaban las grandes llanuras penetraron en los valles y constituyeron la población de los Alpes.
El arte rupestre narra la historia del hombre desde cuando los clanes de cazadores seminómadas llegaron a esa zona alpina, hasta el momento en que el vasto imperio de Roma modificó drásticamente los destinos de esas poblaciones.

Los primeros vestigios datan de hace 10.000 años aproximadamente. Al comienzo, en el periodo protocamúnico, el arte rupestre camúnico se parecía al de otras poblaciones de Europa. Sus diversas manifestaciones muestran estilos, conceptos y manifestaciones similares; es probable que tuvieran vínculos y tradiciones comunes. El estilo subnaturalista del arte rupestre, en diversas partes de Europa y del Medio Oriente, fue creado por clanes de cazadores que poco a poco fueron conociendo la cría de animales; eran grupos humanos seminómadas que se desplazaban de valle en valle y por las llanuras en busca de caza.

El arte paleolítico de las grutas francocantábricas (Altamira, Lascaux, etc.) dejó de crearse en la Europa continental cuando se produjeron las grandes mutaciones climáticas que caracterizaron el paso del Pleistoceno al Oloceno, entre hace 10.000 y 12.000 años. En aquella época persistían algunos grupos humanos periféricos que se situaban fuera del área franco- cantábrica. Así, en las primeras épocas postglaciales floreció un arte rupestre figurativo sobre rocas a la intemperie y en pequeñas grutas en la Península Ibérica, en las regiones árticas de Escandinavia, en Anatolia central y en ltalia meridional.
El arte protocamúnico constituye un eslabón entre el arte rupestre paleolítico y el postpaleolítico.
En Valcamónica no se han hallado por el momento elementos de continuidad entre el estilo subnaturalista protocamúnico y los estilos de los periodos siguientes. Pero a partir del quinto milenio a.C., es decir desde el Neolítico, se puede seguir una evolución estilística que, partiendo de las composiciones profundamente simbólicas y herméticas de las primeras etapas, llegó a las escenas descriptivas y anecdóticas de los periodos posteriores.

Entre el Neolítico tardío y el comienzo de la Edad de Bronce (3200- 2500 a.C.) una ola de influencias ideológico- religiosas unificó a algunas de las principales zonas rupestres de los Alpes: Valcamónica, Valtellina y el Alto Adigio, el Valés Suizo y el Valle de Aosta. Luego, a fines de la Edad de Bronce, hacia el año 1000 a.C., nuevas influencias culturales exteriores unieron las zonas de los Alpes centrales con la esfera de la cultura de los "Campos de Urnas" (civilización de la Europa central de fines del segundo milenio a. C.).

Resulta interesante seguir el reflejo de la evolución general en la temática del arte rupestre, desde el periodo protocamúnico, cuando el hombre representaba exclusivamente grandes animales dibujando la línea de los contornos con una mentalidad típica de cazador, hasta la etapa en que toma conciencia de sí mismo y valoriza con insistencia lo que la naturaleza ofrece. Durante el transcurso del Neolítico las figuras animales desaparecen casi totalmente y el hombre se convierte en el tema principal de su creatividad figurativa.

A comienzos del periodo siguiente, o sea el Calcolítico o Eneolítico (caracterizado por el uso del cobre), hacia el año 3300 a.C., entre las muchas adquisiciones culturales hay tres elementos nuevos que de pronto aparecen juntos: la rueda y el carro, el trabajo del metal, y ese nuevo tipo de monumentos que son los menhires. Estos tres elementos llegaron a la zona alpina conjuntamente, tras una ola de influencias culturales indoeuropeas provenientes de los Balcanes.
Con la aparición de ese gran descubrimiento que fue el carro, se abrieron nuevas e inmensas posibilidades de desplazamiento para las personas y para las cosas; resultado de ello fue un desarrollo enorme del comercio y una mayor libertad de movimientos tanto por parte de las familias como de los clanes e incluso de tribus enteras.

Las nuevas adquisiciones tecnológicas originaron la modificación de las normas sociales y culturales. El que poseía instrumentos de metal era físicamente más fuerte que el miembro de las poblaciones vecinas que no los poseían. La utilización del metal produjo también un nuevo tipo de comercio mucho más vasto que el precedente y originó cambios económicos, sociales y políticos de gran alcance. El que poseía una mina tenía que defenderla; para defenderla se necesitaban hombres y armas. El que comerciaba con el metal acumulaba bienes superiores a sus necesidades y en poco tiempo poseía no sólo una gran ventaja en fuerza física sino también en poderío económico.  La propia sociedad se modificó porque la dimensión del clan ya no era suficiente para todas las actividades inherentes al trabajo del metal y a su comercio; hacía falta una sociedad más compleja.

Gran composición pictográfica obtenida mediante la repetición de una figura esquemática que representa a un hombre en actitud de orar, lo que crea la impresión de varias hileras de fieles. Está grabada en una roca de Naquane, cerca de la localidad de Capo di Ponte. Durante el Neolítico se advierte una evolución notable en el arte camúnico: la representación de animales desaparece casi por completo y la figura antropomórfica esquemática pasa a constituir el elemento dominante del arte rupestre.

Hacia el Neolítico tardío (cuarto milenio a.C.) el arte de los camunos abandona progresivamente la decoración a base de símbolos hasta llegar a representaciones anecdóticas y descriptivas y a la reproducción naturalista de la figura humana. En esta decoración de una roca de aquel período, encontrada en la localidad de Sellero, parecen conciliarse los dos estilos: la figura de una divinidad femenina, de más de dos metros de alto, aparece rodeada de símbolos cuyo significado no ha podido descifrarse todavía.

Por último, los menhires reflejan una adquisión de otro tipo: revelan el advenimiento de una nueva religión, una religión universal, que en poco tiempo se difundió desde el Cáucaso hasta las riberas del Atlántico, conquistando variadas poblaciones esparcidas por toda Europa.
Estos tres factores que se suceden a fines del cuarto milenio a.C. transforman la estructura social, económica y mental de la población en numerosas regiones de Europa. La nueva religión ilustrada por los menhires implica un nuevo tipo de estructura social y de relaciones humanas. La nueva fuerza física y económica, la capacidad de comerciar y de acumular bienes que entrañaban el carro y el trabajo del metal, produjeron una reacción en cadena.   

Estatua- menhir de Bagnolo, cerca de Malegno. La composición parece obedecer a una intención antropomórfica: el disco solar correspondería al rostro del Ente representado, las dos hachas laterales a los brazos y las líneas paralelas de la parte inferior a la cintura. Los puñales que adornan el 'pecho' de la figura así como las hachas son del mismo tipo que los de la cultura de Remedello que, como todas las de la región de Brescia y otras del norte de Italia, pertenecen al mismo período que la roca aquí reproducida: el calcolítico o eneolítico (tercer milenio a.C).

Elegante estilización de un animal alcanzado por las flechas. La figura que aparece a su lado corresponde al tipo llamado 'Busto del Espíritu' que generalmente se asocia a la muerte. Data de la Edad de Bronce tardía (hacia el año 1000 a.C).

'Sacerdote corriendo', una de las figuras más enigmáticas de la ya célebre roca nº 35 de Naquane, donde se han encontrado un centenar de rocas grabadas.  El Departamento de Antigüedades de Italia ha creado en esa localidad un Parque Nacional para proteger la región.

Tuvieron lugar así movimientos comerciales y culturales de dimensiones completamente nuevas: la transmisión de la información acompañó a los carros y a los mercaderes. La acumulación de las riquezas condujo al deseo y a la búsqueda de lo superfluo. La necesidad de ponerse en contacto con otras poblaciones para desarrollar el comercio dio también una nueva dimensión a las relaciones sociales.
La búsqueda del metal influyó asimismo en la exploración del territorio y en el conocimiento consciente de ciertos aspectos de la naturaleza, de la estructura del suelo y de la piedra, todo lo cual condujo a nuevas orientaciones del pensamiento. La "piedra" escondía materias preciosas y poseía poderes recónditos de los que el hombre, hasta ese momento, no se había dado cuenta. Un nuevo tipo de filosofía y una nueva ideología habrían de desarrollarse a partir de ese descubrimiento.

A fines del cuarto y durante el tercer milenio a.C. continúa la formación de un nuevo tipo de sociedad estratificada, y ello se refleja en el arte rupestre. En el arte camúnico la concepción de la composición varía en esa época. Anteriormente, los artistas rupestres no parecen haber dado demasiada importancia al lugar exacto en que había que situar a las figuras aisladas en el interior del conjunto; pero, a partir de entonces, en las composiciones monumentales las series de armas, de símbolos y de animales están organizadas en fila, según un nuevo concepto del orden y del espacio, según un ordenamiento predeterminado por un nuevo tipo de disciplina y con un intento de utilización racional del espacio. Esta nueva manera de representar las cosas, de cubrir las superficies rocosas con figuras, muestra un cambio fundamental en la psicología de los hombres, en su forma de ver y de pensar; el orden mental que se advierte en los grabados rupestres es necesariamente reflejo del nuevo sistema de estructura social que se había formado.

Luego, en el segundo y en el primer milenio a.C., en la Edad de Bronce y de Hierro, continúa el surgimiento de las entidades políticas y el desarrollo de las sociedades tribales hasta la formación de naciones propiamente dichas. En el arte rupestre esta evolución se refleja a través del estilo y de la serie de temas representados en las diversas épocas. Pero sobre todo, cada período posee nociones específicas en lo relativo a la composición y la asociación y refleja ideologías y creencias particulares. Podemos así seguir el proceso de acumulación de un cada vez más amplio bagaje cultural, de las constantes adquisiciones tecnológicas y materiales durante ocho milenios.

Los cazadores del Epipaleolítico o Mesolítico (periodo de transición entre el Paleolítico y el Neolítico), entre los años 8000 y 5000 a.C., tenían una estructura conceptual determinada por la caza y por los animales que eran cazados hasta entonces; no se han hallado escenas propiamente dichas de esa época, por lo tanto, tampoco escenas de caza. No hay más que el animal, a veces derribado por la lanza. La idea fija del hombre, del cazador, era el animal, el más grande, el más "hermoso".

Con los primeros agricultores, el tema fundamental deja de ser el animal y pasa a ser el hombre. Entre 5500 y 3200 a. C. la idealización del ser humano sigue un proceso interesante. Al comienzo de este itinerario hallamos al hombre que ora junto al disco solar, al hacha o a otro símbolo, una síntesis de relaciones existenciales entre Hombre y Verbo. Luego esta tendencia se amplía, aparecen múltiples personajes antropomórficos y símbolos en una misma escena, se atenúa el sentido de lo esencial. Hay escenas de adoración al sol, otras de culto a los muertos, escenas de grupos humanos danzando o realizando otras actividades que parecen representar diversas acciones y diversas ideas dentro de un mismo contexto.

Escena de la adoración del dios Cernunnos, divinidad antropomórfica con cornamenta de ciervo y una serpiente en la cintura. La roca en que los artistas camunos nos han dejado testimonio de sus creencias se encuentra en la localidad de Zurla y data de la Edad de Hierro tardía (hacia el siglo IV a.C).

Detalle del calco de la parte central de la Gran Roca de Naquane, la más profusamente decorada de la región. En efecto, en su superficie, de 50 metros de largo, se han podido contar 876 figuras pertenecientes a cinco épocas diferentes. El estudio de la iconografía, a primera vista inextricable, de la Gran Roca ha constituido el elemento principal para establecer la evolución estilística e histórica del arte rupestre camúnico. En la parte inferior, y un poco por doquier, puede verse el "símbolo de la pala", figura que ha dado lugar a más interpretaciones y discusiones que cualquier otra en Valcamónica. Los especialistas creen que se trata de un símbolo mágico al que los camunos prehistóricos atribuían poderes ocultos.

En la segunda parte del Neolítico, después del año 4000 a.C., se desarrollan conceptos de divinidades propiamente dichas con aspecto antropomórfico. Tenemos primeramente rostros esquemáticos con grandes ojos; luego, a fines del Neolítico, hacia el año 3300 a.C., aparecen divinidades de dos o más metros de altura. Estas imágenes grabadas en las rocas nos permiten apreciar un desarrollo mental que se sitúa en las raíces mismas de nuestra forma de ver, de pensar y de concebir las cosas.

En la Biblia está escrito que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; en el Neolítico alpino nos damos cuenta de que, en realidad, ocurrió exactamente lo contrario: el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. La exaltación del hombre creó al Superhombre, al Gran Espíritu, a la Divinidad de aspecto antropomórfico. A fines del Neolítico este proceso ideológico-evolutivo se interrumpe y se produce un cambio de rumbo en el desarrollo de la ideología.

Durante el Eneolítico cambia la estructura social y económica, cambian también los intereses intelectuales. En el Mesolítico el hombre era primordialmente un recolector de alimentos, en el Neolítico se había convertido en productor de alimentos; en cambio, en el Eneolítico y más tarde en la Edad de Bronce y de Hierro, la producción y la recolección de alimentos desempeñó un papel cada vez menor en las actividades remunerativas, mientras que la supremacía económica pasaba cada vez más a manos de artesanos y mercaderes. Los intereses económicos se modifican, los bienes suntuosos y superfluos cobran más importancia y se tornan símbolos del éxito y de la posición social. La exaltación del producto conduce al culto de los objetos, a la glorificación de lo que el hombre había creado con sus propias manos.
Cada vez con mayor frecuencia se representan armas y otros objetos de metal, a los que se atribuye un poder sobrenatural. Atributos de entidades divinas o de antepasados mitológicos en los menhires y en las composiciones monumentales, puñales, hachas, pectorales, colgantes y cinturones se convierten no sólo en símbolos de poder y de prestigio sino que en la ideología adquieren una autonomía como poderes sobrenaturales. De creador, el hombre pasa a ser súbdito, pasa a depender de esos objetos de lujo, de esos productos que él mismo ha creado.

En la Edad de Bronce tardía, los modelos sociales se vuelven más complejos; surge una sociedad de especialistas y una estructura económica muy diversificada. La sociedad era polivalente; el jefe era un padre superior respecto a la nobleza naciente, a los guerreros, a los comerciantes y artesanos, gracias a cuyo poder económico y militar y a cuyas relaciones internacionales lograba dirigir los destinos de la tribu y acrecentar su propio poder.

A imagen de la aristocracia naciente se desarrolla un olimpo politeísta donde dioses y héroes imitan y exaltan la gesta de los mortales. Las figuras de superhombres grabadas durante esa época en la roca por los artistas camunos parecen tener muchos elementos en común con la mitología griega y con la germánica. Una vez más el Hombre parece haber creado a Dios a su imagen y semejanza concentrando en esa imagen sus aspiraciones, sublimando en ella las causas de sus frustraciones.
Las vicisitudes humanas que nos revelan los descubrimientos de Valcamónica permiten establecer un corte vertical en diez milenios de historia en el corazón de Europa. La evolución histórica de los camunos puede ser la muestra de una historia que abarca zonas mucho más vastas y en varios aspectos refleja las vicisitudes del período formativo de la civilización europea.

Los grabados rupestres de Valcamónica han proporcionado una serie excepcional de datos e informaciones sobre sus autores. Hasta este momento no se conoce ningún otro ciclo de relatos históricos rupestres, en Europa y tal vez en el mundo entero, que tenga una duración tan larga y una serie tan amplia de horizontes culturales y cuyas etapas culturales puedan seguirse con tanta claridad.

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Texto extraído de: "El Correo de la Unesco", enero de 1980.
Corrección: C. Falco
Selección y destacados: S. R.

Con-versiones. Octubre 2004

 

        

 

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