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Sobre un comentario a “Notas Pampeanas a Ciro Alegría”
y otras reverberancias afines

Vanesa Guerra

  a  M.E.Sáez

0-
Despreció la lengua por equívoca; la consideró virósica: mutante; habitada y parasitada por otras voces dentro de las voces. La comprendió como la gran maraña urdida por los dedos abigarrados del dios. Entonces fue que escribió su última obra: una palabra, compuesta de algunas pocas letras.
Luego supo que en ella estaba dicho y plasmado el posible universo humano.
1-
Nada escapa a la responsabilidad irrevocable del interlocutor que terminamos siendo cuando nos disponemos a leer. Cada quien lo hará desde su historia, apretado o resistido por los ideales, o aún, por aquello que ha dejado cicatriz en el cuerpo: semejante acto destrozará -una y otra vez- la vieja idea de una verdad/discurso absoluta/o: texto único de única interpretación.
Es posible que jamás se comprenda la obra textual del otro. Suponemos que todo texto admitirá infinita cantidad de interpretaciones; lo digo recordando las ardientes ideas de Artaud y otras de J. Derrida -que finalizó –según vanos críticos- cuestionado y pegoteado a su amigo Paul de Man, quien había escrito en su juventud para un paskin pro-nazi.
En alguna de las infinitas interpretaciones, Ciro Alegría fue requerido por los alemanes de Hitler; mejor dicho: la novela de Ciro Alegría “El mundo es ancho y ajeno” fue pedida a la traducción de la lengua germana de aquel momento. Ciro Alegría se negó. (1)
Una lectora advertida acierta en una carta a comentarme que tal vez nosotros no estemos comprendiendo-entendiendo el “peligroso” concepto de mundo que habita la obra del peruano. Se pregunta con inquietud por la curiosidad que despierta, en esa Alemania, la obra del autor.
Y con esa pregunta, que me despierta de una siesta mental, nos mete de lleno en un primer aprieto: ¿Qué están leyendo, aquellos, en esa obra que pudiera ser de ése su semejante interés?
Que ocultaría –de manera ominosa, inesperada o traidora- Ciro Alegría, que es gustado en su prosa y en su idea por aquello que él mismo denuncia como propaganda fascista y despreciadores raciales.

Estribillo: Es posible que jamás se entienda y comprenda la obra textual del otro.

Sucede que el texto se ha perdido.
Sucede que ya no importa porque ha sido arrojado a los leones que todos nosotros somos; leones del lenguaje inevitable que destripando el decir de otro francés: Montaigne, la palabra sería como aquella cuerda de la que tiran enfrentados los niños: mitad de quien la dice, mitad de quien la escucha. Esta figura hace de la palabra un tironeo constante y también  una cuerda que nos acordela, una tensión indecible, un acontecimiento permanente, irrepetible y mordaz.
Pareciera que todo ocurre entre nosotros, donde ni uno ni otro es, donde ni uno ni otro dice-escribe o escucha-lee; y además en ese entre nos vamos corroyendo.
Claro, claro que sí, qué interesante sería, querida lectora, poder tener el acceso a  eso-lectura-objeto que fue del interés, del goce, de la demanda de aquellos cuyo discurso pareciera tan opuesto.

Para Derrida estos opuestos-binarios han sido más que un problema; la salida, tal vez la entrada- pozo- buhardilla- ventana- astilla fuera encontrar allí -en Ciro Alegría- algo de la diferencia, de la diferencia silenciosa y no a la vista;  algo que nos permita alejarnos (abandonar- saltar y abismarnos) salirnos de ese circuito donde copulan felices y achanchados los opuestos; sin duda: es todo un trabajo, ojalá podamos -o alguien pueda- hacerlo en algún momento.
2-
Subvertir el texto una y otra vez, nos aburre y nos cansa, luego sabemos que todas las lecturas son posibles; luego ya no sabemos qué más se puede saber.
Le vamos a agregar el tiempo, como si se tratara de un Gesto de Chef, un poco de sal, un poco de azúcar y eso más lo otro al wok, un buen rato...
¡Puaj!
¿Es la mezcla lo asqueroso? ¿O son esos pedacitos que saben distintos sobre las distintas papilas y nos mandan distintas señales y no se juntan ni acuerdan ni al final de los finales! -como en esa falsa teoría de escuela infantil donde las rectas no se tocaban nunca...
Para esa época alguien dijo que en el culo de dios que es infinito, convergen las rectas paralelas, como rayos pariéndose hacia la tierra.
Uf, que alivio.
Así, al tiempo se le ha agregado el espacio- que no es más que las formas y los manoseos que esas formas -de precario y finito nombre- hacen sobre el cuerpo humano.
Otro alivio.
2-bis
Pero el culo de aquel dios que me alivió la infancia, no deja de ser un gran centro –que ahora late negro, inmediato y oscuro- y que en última instancia – dios se lo bendiga siempre- nos armaba aquella escena compuesta y binaria de lo terráqueo y lo celestial, con todas sus derivaciones y equivalencias pertinentes.
Todos nosotros, los hijos del pecado, los desterrados, los descentrados, los orbitadores del agujero negro celestial, sólo por subvertidos y subversivos podríamos compararnos a...  ¡hacernos dios! y ser afectos al pecado mayor; ese que no figura en la tabla rajada de Moisés:
     No serás YO. YO soy el que soy, Yavé, tu dios. Tu no serás YO.             
3-
Cuando Freud conceptualizó el complejo del semejante, creo –creeríamos, al menos me acompañan en el sentimiento un par de colegas- que no se le ocurrió pensar en opuestos, pares binarios, etcétera, sino más bien en aquello que el otro como –otredad- carga en su entraña y lo hace ajeno:
Aquello del otro es irremediablemente irreductible.
Pero dios, en un punto, no lo es. Dios también es semejante, y a veces más que semejante es un producto de la ficción humana hecho a imagen y a semejanza de nuestros cariños ignotos horrendos y espasmódicos -tal como se le malentiende a veces a ese vocablo final y difícil -; por eso más de una vez, cuando no todas, nos hicimos eco a la idea: Dios es inconsciente.
Pero aún algo más –que se desprende de lo anterior- y que quisiera remarcar: hay lo irreductible en cada quien.  La idea: Yo diferente a Yo está presente en toda la obra freudiana, Freud nunca tira esa toalla, la usa y se seca todas sus lampiñas partes y avanza en esa pelea contra la razón aquietada; se lea donde sea lea esto está presente en el pensamiento que sobrevive, como puede, en los textos.
El asunto es qué se acentuó –oh leones voraces, hijos del inexorable e ignorado capricho que os habita- de la obra; qué tuvo más glamour, si se quiere.
Muchos se quedaron revoloteando el falo y el falo no sabe hablar de la diferencia (2)
Pero es cierto, la voz popular lo dice: hay cosas que brillan por su ausencia.
También es cierto que hay brillos que nos dejan ciegos, del mismo modo que hay cánticos que nos dejan sordos y abobados
4-
Los momentos de la cultura nos influyen hasta el tuétano.
El mismo texto será otro texto. (La letra, el sentido y el espesor del papel no cesa-n de metamorfosearse ante los ojos raídos del que lee.)
Ojos raídos, ojos raídos, ojos raídos.
Ojo violento fugado que puede ver doble, triple, cuádruple, que descentra el centro, que ve –él mismo- como viera el animal escapado a una loca psicodelia imaginada por el hombre que lo inventa porque habla; pues necesita beberse los referentes para no marearse, para no confundirse con el abismo que el vértigo llama a sus pies henchidos de miedo, justo al borde –ay que se cae- y antes de caer se los traga como puede uno, dos, tres referentes y si no puede referenciarse y acaso siente que camina sobre la nube cósmica -ceniza de la batalla final-  hará algo –o le harán algo- con la ortopedia de la memoria; un Funes Memorioso por fuera de la ficción borgeana te lo regalo con siete moños.
No gracias.
Ni muy muy, ni tan tan; flan Ravana, nuestro flan.

Relacionar con :
(1) Notas Pampeanas a Ciro Alegría - V.G.>>>
(2) Lo invisible no es inocuo - V.G.>>>

Con-versiones, Setiembre 2005

Bonus Trrkk a Reverberancias Afines
5-
Recuerdo de M. Depiera en la Boutique del libro:
Habla y dice: -¿Qué hacemos para que la deconstrucción no sea sólo una metodología de lectura?
6-
Reflexión sobre...  el inexistente pueblo de los escribientes:
Hasta donde yo sé han existido pueblos sin escritura (los mapuches, por ejemplo). Pero no hay pueblos que hayan prescindido de la oralidad. -Si acaso esto no es así, alguien me lo hará saber-
- ¿Vos decís: pueblos mudos?
-Pueblos que no sabían hablar o pueblos callados, callados por convicción o por hartazgo o por ronquera o callados por falta de necesidad; pero en todos los casos callados pero escribientes... (callados “posta”, silenciosos, y no callados por oprimidos, ahí la lista es larga, y más que larga)
-Podríamos pensar el pueblo de los escritores-pensadores muertos. La gente lee a los muertos y cree escuchar una voz que no es la propia...  Gran error... siempre se cree en el texto, uno cree que entiende y uno cree que no entiende; finalmente uno con tal de creer hace cualquier cosa...
-¡¿Y Pedro Páramo?!... todos en busca de un padre, y el padre en busca de una mujer...
-¿y la mujer?
-Cherchez la femme o Sócrates y la Cicuta...
 - No me convence.
 - ¿Café?

 

        

 

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