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El mercader de Venecia de W.Shakespeare (*)

 

Alejandra P. Frías

 

 

 

En general cuando uno se acerca al arte, en este  caso a una lectura, puede  agotarse  el placer en su lectura misma, se deja conducir por las escenas ingresando en los propósitos del autor. Hay una vieja discusión: si el arte debe ser usado para otros fines o no. Cuando Freud y posteriormente Lacan, nombran al Mercader de Venecia, comienza uno a preguntarse los motivos que los llevaron a ello, en ese punto creo que ingresamos en otro terreno ficcional, en el que atribuimos a los personajes un inconsciente humano que colabora con nosotros para hacernos  acuñar conceptos, teorías, graficándose en escenas puntales.

 

Los artistas, conocen los efectos del inconsciente  y lo dejan traslucir, como en el caso de Shakespeare en los discursos de sus personajes, que sin duda, no ingenuamente generan un efecto en el lector.

 

 

¿Comedia o tragedia?

       

“Es una comedia dramática compuesta en el año 1559, incorporando como en otras obras  un factor de actualidad a su argumento. Los tres ejes de las historias se entretejen hábilmente y es notable la destreza del autor para pasar de una a otra sin que se advierta la transición ni las suturas. Todo el cuarto acto, en el tribunal de Venecia, es una obra maestra, es una pieza magistral en su brevedad, que ha admirado por igual a psicólogos y jurisconsultos, sin que se haya encontrado en que fuentes pudo hallar Shakespeare los argumentos de la acusación y la defensa, que alternativamente asumen Shylock y Porcia”.

(E. Martínez Estrada, editorial Océano)

 

También denominan a ésta obra “una de las comedias románticas” del autor, donde se diferencian dos mundos, uno real, pleno de diferencias y dificultades y otro ideal, donde el amor busca su realización. A pesar de la clasificación como comedia, tanto en la obra escrita como en la fílmica, se  acentúa el trasfondo dramático de la historia, sobre todo en el personaje de Shylock.

 

Más allá de la opinión de diversos autores sobre el género de la obra considero que los elementos que presenta son los de una tragedia, una trama que deja al descubierto los valores de una parte de la humanidad en tanto ubica la intolerancia de unos sobre otros, intentando ejercer posiciones de dominio que borren las diferencias del ser. En este caso marcando el destino del pueblo hebreo.

      

                 

Contexto histórico

 

La Venecia del siglo XVI era una ciudad-estado de las más poderosas y liberales de Europa. En esa sociedad convivían dos comunidades enfrentadas: la judía y la cristiana. Por razones económicas los judíos tenían allí mejor status que en otros estados europeos.  El poder religioso, mercantil y social estaba en manos de los cristianos, mientras que a los judíos se les permitía prestar dinero y obtener de ello un beneficio. El equilibrio social entre las dos comunidades era frágil; quienes tenían el poder, la aristocracia religiosa y la mercantil, se beneficiaban económicamente de la actividad de los judíos a la vez que los fanáticos religiosos que los detestaban alimentaban el odio contra ellos. Vale preguntarse qué suerte habrían corrido los judíos de Venecia si los cristianos no hubieran tenido la usura prohibida por ley.

Los judíos fueron obligados a vivir en un ghetto amurallado de la ciudad,durante el día debían llevar un sombrero rojo para identificarlos.

Un crítico del autor, sostiene que éste se  basó en obras de otros venecianos, en cuanto al conocimiento de la ley, ya que la obra está perfectamente  documentada, respetando la realidad de la ciudad.

 

Del análisis realizado a nivel literario surgen los siguientes temas:

 

1) la elección del cofrecillo

2) la de la libra de carne que el  usurero exige al deudor 

3) la fuga de la hija del usurero.

 

*

 

1) Freud, "el tema de la elección del cofrecillo… "

  

 “Dos escenas  de Shakespeare, me han dado hace  poco tiempo ocasión para plantearme un pequeño problema y resolverlo" (Dice Freud en su texto de 1913).

 

La elección de los pretendientes entre los cofres en El Mercader de Venecia. La hermosa y prudente Porcia, está obligada, por voluntad de su padre a tomar de entre sus cortejantes por esposo, sólo a quien escoja el correcto de tres cofrecillos que se le presenten. Uno es de oro, otro es de plata y el tercero  de plomo; el correcto es aquel que encierra su retrato. Ahora bien, Shakespeare no invento el oráculo de la elección de los cofrecillos, sino que lo tomó de un relato de la Gesta Romanorum” que como  "… en la épica Estonia,  se trata de la elección que una muchacha hace entre tres pretendientes; en la escena del Mercader de Venecia  en apariencias es lo mismo, pese a lo cual se nos presenta, a la vez, algo así como una inversión del motivo: un hombre elige entre tres… cofrecillos".

 

"De un solo golpe, como únicamente en los cuentos tradicionales suelen suceder, hemos arrancado a nuestro tema su vestido astral y ahora vemos que se trata de un motivo humano, la elección que un hombre hace entre tres mujeres..." (La elección del cofrecillo, 1913, tomo XII, Ed. Amorrortu, pags. 307-308).

         

En diferentes obras de expresión artística o mitológica el protagonista debe resolver el enigma que se le presenta en una elección, a costa de su propia vida si así no lo hiciere. Como en la vida misma, que se resuelve y se elige en el mejor de los casos o se pierde  otra posibilidad de una apuesta deseante, para seguir circulando. Convirtiéndose al decir de Lacan héroe de su propio deseo

 

En el mito de Paris, príncipe troyano,  ante una disputa entre Hera, Atenea y Afrodita, sobre cuál de las tres era más hermosa, es encomendado por Zeus para que fuese el juez. Cada diosa le ofreció algo distinto a Paris si éste la elegía: Hera le ofreció la corona del mundo. Atenea prometió otorgarle tanta sabiduría como Zeus, Afrodita ofreció entregarle la mujer más hermosa del mundo, Helena. Paris optó por esta última alternativa, decisión que terminaría desencadenando la guerra de Troya. El príncipe Héctor, sabiendo que el rapto de Helena a su esposo desencadenaría una guerra contra Grecia aconsejó que fuese devuelta. Paris se defendió en la asamblea diciendo que había actuado en nombre del amor, lo cual convenció a la gran mayoría, y Helena se quedó en Troya. Se desencadena  así, la Guerra que  narra Homero.

 

En la obra “Edipo Rey”, Sófocles:  El protagonista debe decidir entre salvar a Tebas  descubriendo el enigma de la esfinge que lo posicionaría  como héroe, y  salvar su propio destino del que no logra huir. La esfinge plantea  un enigma, entre tres opciones:

¿Cuál es el animal que por la mañana anda a cuatro pies, a mediodía, a dos y por la noche, a tres? Es el hombre, que de niño se arrastra por el suelo, de mozo se sostiene con dos pies y de viejo, además de sus dos piernas, utiliza  un bastón. (Contesta Edipo).

En la opera Turandot,  de Puccini donde triunfará el amor sobre el odio, se anuncia que la princesa se casará con aquel príncipe que responda correctamente los tres acertijos impuestos por su majestad. De no hacerlo así, morirá.

El príncipe de misterioso origen cae completamente cegado ante la belleza de la princesa, de tal forma que decide probar su suerte para conquistar su corazón. Turandot decide vengar a la princesa Lou-Ling quien fuera violada por un extranjero y dejada a su muerte. Imponiendo su prueba mortal a todos los príncipes que vienen de distintos reinos para conquistarla. Formula tres acertijos.

 

"¿Quién es el fantasma que cada noche nace de nuevo en el hombre y muere cada día?" El príncipe responde  "La esperanza".

"¿Qué es lo que flamea como una llama y no es fuego, y arde como la fiebre pero se enfría en la muerte?", siendo la respuesta del príncipe "La sangre".

"¿Qué es lo que quema como el hielo, y cuanto más frío es, más quema?". El príncipe, la observa directamente a los ojos y contempla su belleza, responde: "Turandot".

 

Ante el triunfo de él, Turandot clama a su padre, para que no la entregue en manos de este extranjero, pero el emperador replica que la palabra fue dada. El príncipe, al ver la resistencia de la princesa le propone un nuevo acertijo: si ella adivina su nombre antes del alba, él morirá... Ella, naturalmente, acepta la apuesta, ordena que haya pena de muerte a todo quien sepa el nombre del príncipe y no lo diga. Los guardias recorren las calles entonces, pidiendo que nadie duerma en Pekín para escuchar el nombre del héroe.

Liu, esclava del Calaf  se resiste a confesar el nombre del príncipe, y en nombre del amor se mata. Perturbado por la muerte de Liu, el príncipe enfrenta a la princesa recriminándole su frialdad derramando sangre inocente y agregando además que su "hielo es una mentira".

 

Tras una larga conversación, el príncipe logra besarla quebrando la rígida actitud de Turandot, al punto de que acepta su derrota. Finalmente, el príncipe, con resignación revela su nombre: Soy Calaf, hijo de Timar. Es el amanecer todos esperan expectantes la respuesta y cuando el momento llega, ella responde a su padre que conoce el nombre del extranjero: Su nombre es... amor.

 

 

2) de la libra de carne que el  usurero exige al deudor. 

   

“Si la deuda no fuera saldada en término, será cumplido el pacto con una libra de tu propio cuerpo, le dice Shylock a Antonio”. Avalado por la ley, realiza este pacto excesivo sin medir consecuencias, aplicando el nexum.

 

El Nexum era la figura contractual en el derecho Romano. Si bien las referencias históricas son escasas y confusas, con lo que la opinión de los historiadores no es unánime, parece que por ese compromiso, el llamado nexum, el deudor o nexi cedía legal (e incluso con fórmulas rituales) poder de dominio sobre su persona al acreedor, fuera de efectos inmediatos o aplazados hasta el momento de quedar incumplida la deuda. Los nexi eran ciudadanos empobrecidos, en general plebeyos en tanto que carecían de otras redes de contención, que así se habían dado ellos mismos en prenda de acreedor.

 

El compromiso implicaba dominio, incluyendo la posibilidad de que el acreedor lo vendiera como esclavo, le diera cárcel o incluso muerte.

 

El nexum, avalaba el pago de la deuda con el cuerpo del humano.

La ley de las XII Tablas fue un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo romano. En ellas se recogen por escrito, de manera más o menos ordenada, una serie de normas jurídicas que hasta entonces eran costumbres morales solapando el sentimiento religioso.

 

 

3) la fuga de la hija de Shylock.

     

Una de las escenas que provoca el desanudamiento de las pasiones de odio, sentimientos de humillación, de despojo, en Shylock, es el hecho que  su hija se fuga con un cristiano, llevándose su dinero y joyas  familiares.

Haciendo responsable por complicidad con la situación al mercader Antonio, Shylock descarga su ira sobre él, jurando que se vengará por semejante afrenta. Endurece su posición frente a los tiempos pactados para pagar la deuda y promete llevar a cabo su cobro a través de la libra de carne.

 

 

Anudamiento de los temas con los conceptos psicoanalíticos:             

          

La deuda, que se establece entre Antonio y Shylock y sus avatares que pondrán en juego los rasgos de sus estructuras.

El duelo que debe atravesar Shylock ante el abandono de su hija, la pérdida de sus bienes y el arrasamiento de sus creencias ante la sentencia final para salvar su vida.

La ley, los diferentes momentos en que se pone en juego como protectora y como censora virando el destino de sus personajes, su poder y sus consecuencias.

La pulsión de dominio ejercida  desde el pueblo cristiano hacia el pueblo hebreo, representado por Shylock.

El goce, posición en que se ubican Antonio y Shylock, en ese punto exacto donde  se lo entiende como obstáculo, como barrera a la elaboración simbólica, instancia unida al yo como imaginaria; dando  la vez lugar a las pasiones imaginarias (odio–amor-ignorancia). El odio y sus repercusiones, la discriminación como modalidad de relación con el otro. El antisemitismo. La ética. Sus intersecciones, sus cohesiones con otras áreas del arte. Las posibles salidas de un ser en duelo Juan Gelman, Carlos Alonso y  Malher, en relación al arte, sujetando por vía sublimatoria  una trama posible de vida, como control de la pulsión de muerte. La falta, el objeto “a” como resto, causa de deseo. 

 

 

El mercader y el antisemitismo, el odio y sus repercusiones.

 

Durante toda la obra lo que lo que se destaca es la continua aparición de las pasiones, con relación al otro en un eje totalmente imaginarizado, y se pone en relieve  la pulsión de dominio de los cristianos sobre el pueblo hebreo.

Su condición de poderosos como dueños de su tierra, el odio, su continuo, maltrato y discriminación. La burla, la desestimación, la crítica por el  trabajo que hacen, beneficiándose a la vez del mismo. Aún así Antonio solicita dinero de Shylock, ante la premura de solventar el anhelo de su amigo Bassanio.

 

¿Qué intenta Antonio pagar? ¿Por qué Antonio acepta éste pacto que,  inevitablemente, lo llevaría a la muerte de no cumplir con los tiempos?

Al comienzo de la obra Antonio ignora el motivo de su  tristeza, y desde una posición melancolizada, habla de lo poco que sus bienes otorgan a su ser, se anuncia la llegada de su amigo  Bassanio, objeto de su amor  y cuando éste le solicita ayuda económica le dice:”mi bolsa y mi vida y mis recursos todos sabré apurar en servicio vuestro”. Intenta pagar, entonces desde un anudamiento del goce y el amor, se endeuda por su deseo.

 

La relación entre semejantes genera una particular relación simbolizada y puesta en juego de la configuración de la deuda. El pacto que hace Shylock, es excesivo y lo pone como condición por  la humillación a la que él fuera expuesto por Antonio y su gente. “Una libra de carne lo más cercana a tu corazón…”

Entonces la pregunta, ¿por qué Shylock quiere cobrar en el cuerpo de Antonio? Mas allá de la ley, que avala el cobro de la deuda, decimos ¿un pacto de goce sádico masoquista?  Pacto de excesos.

 ¿Que busca Shylock cobrarse? es el tercer acto, cuando explica los motivos de su saña contra Antonio, dice:

 

“Me ha arruinado... se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?”

      

Un tema recurrente en torno de la obra El mercader es el debate acerca de su vínculo con el antisemitismo.  De cómo se interprete y se ponga en escena El mercader de Venecia tendremos una obra antisemita o no.

El actor Al Pacino, en la puesta cinematográfica de la obra, nos ofrece un Shylock de una dignidad impresionante.

A lo largo de la historia, encontramos diferentes juicios y críticas acerca de la obra del dramaturgo, desde nuestro campo clínico y en nuestra vida diaria (socio-política) contamos con experiencias  a la que podemos trasladar las escenas de este drama literario, como el “drama familiar del neurótico” parafraseando a la “novela” de Freud, pues  cada ser en escucha habla acerca de estos sufrimientos  plasmados en su ser que enferma por la intolerancia de las diferencias. Se configuran deudas, culpas, relaciones polarizadas entre el amor y el odio. Y más allá de la realidad sabemos que cuenta la propia de cada quien, guiada por su prehistoria, configurando pactos que afectan su vida anímica toda.

 

 

La libra de carne como resto que causa el deseo – la deuda.

 

Dice Lacan: “No podemos sino sorprendernos ante el increíble genio que guió a Shakespeare, cuando fijó en la figura del mercader de Venecia la temática de la libra de carne. Viene muy bien para recordarnos que la ley de la deuda y el don, no le deben  su importancia a ningún elemento que podamos considerar como tercero, en el sentido  exterior, sino que está en juego en el pacto. No es más que  la libra de carne, que debe ser tomada, como dice el texto del mercader, de muy cerca del corazón.

 

Indudablemente, si Sakespeare, animado con esta temática la  atribuye a Shylock, que es un judío, no es porque si… ninguna historia escrita, más que la Biblia hebraica, sabe hacernos vivir la zona sagrada donde se evoca la hora de la verdad, que anuncia el encuentro con el lado implacable de la relación con Dios, con esa maldad divina que hace que "siempre sea con nuestra carne con lo que debemos saldar la deuda"; es en esta zona sagrada, prohibida, en donde debieran buscarse las fuentes.. -siempre presente en la vida de éste pueblo hebreo, en la medida que subsiste por sí mismo en la función  del “a”, es decir el resto (p.238).

 

El tema de la circuncisión en el judaísmo es un buen ejemplo de lo que Lacan afirma, ya que hace presente la relación esencial que hay entre el objeto “a” y la separación o corte.

“…nosotros le damos no tan solo nuestra materia, no tan solo nuestro ser de pensamiento sino el pedazo carnal arrancado de nosotros mismos… y es irrecuperable por siempre jamás". Objeto perdido en los distintos niveles de experiencia corporal donde se produce su corte, él es el soporte, el estrato auténtico, de toda fundación de causas… lo cual significa que sólo somos objeto del deseo en cuanto cuerpos. El deseo sigue siendo siempre en último término el deseo del cuerpo, deseo del cuerpo del otro, y únicamente deseo de su cuerpo.

 

…el sujeto en tanto habla, está ya implicado por esta palabra en su cuerpo. La raíz del conocimiento es este compromiso en el cuerpo….

 “en el cuerpo hay siempre, debido a este compromiso en la dialéctica significante, algo separado, algo inerte, algo sacrificado, que es la libra de carne.”

 

Me fue difícil sortear el prejuicio al leer el artículo de Lacan, pues estaba instalado el concepto de que la falta en ser no tenía porque ser real para ser causa de deseo. Entendí que es un buen referente para dar cuenta de la teoría, una forma más donde el humano, sin distinción de caracteres, está marcado por su historia y su cultura, sin pedir ser ablacionado, sin decidir sobre ello, algo marca su cuerpo. Pensé en las culturas  en que mujeres y hombres son operados para evitar placer o procreación orientados por un dogma o en beneficio de una organización social.

 

 

Detalles de la  de la trama.

 

Bassanio, un noble pero pobre veneciano, le pide a su amigo Antonio, un rico comerciante, que le preste 3.000 ducados que le permitan cortejar a la rica heredera Porcia. Antonio, que tiene todo su dinero empleado en aventuras en el extranjero, decide pedirle prestada la suma a Shylock, un judío usurero. Bassanio visita a Shylock.

 

Este último, enterado de que es Antonio quien va a salir de fiador, desea hablar personalmente con él. Antonio sería  el buen mercader cristiano, que desprecia a los judíos bajo el argumento de que prestan a interés. Sorpresivamente aparece ahora pidiendo dinero a aquel que hasta ese momento llamaba “perro malhechor y descreído”, “alma perversa”. Shylock le va a hacer notar que ya está de antemano en deuda con él, pero con una más importante, una deuda de reconocimiento en el campo de lo humano. Antonio hace alarde de que por amor a su amigo va a salir de sus hábitos cristianos para aceptar las condiciones de préstamo de un judío. Shylock está más interesado en las cuentas no saldadas previas a esta demanda de dinero. Le recuerda que en el pasado lo ha maltratado y escupido públicamente por su condición de prestamista: “... pero parece ser que ahora tenéis necesidad de mi ayuda; venís a mí y me decís: “Shylock, tendríamos necesidad de dinero”. Y me lo decís vos, vos, que habéis expelido vuestra saliva sobre mi barba y me habéis echado a puntapiés, como echaríais de vuestro umbral a un perro vagabundo. Pedís dinero ¿qué debo contestaros? ¿No debería responderos? “¿Es que un perro tiene dinero? ¿Es posible que un mastín os preste 3000 ducados?”. O bien, inclinándome servilmente, y, en el tono de un esclavo, con el aliento retenido y una humildad de susurro, deciros así:

 

“Arrogante señor, habéis escupido sobre mí el miércoles último; me habéis arrojado con el pie tal día; en otra ocasión me llamasteis dogo, y por todas esas cortesías, ¿voy a prestaros tanto dinero?”.

 

Interpela a Antonio a que salde la cuenta con él, una cuenta que Occidente no saldó con su pueblo. Su derecho a existir, a sostenerse en su diferencia y ser respetados como humanos Le ofrece la posibilidad de que el cristiano deponga su arrogancia como una posibilidad de hacer un pacto, una deuda un don, pero  vuelve a ser rechazado por Antonio. Vuelve a repetirse el repudio, el no reconocimiento del otro en su condición de humano.

 

Antonio responde como un fascista: “Me dan ganas de llamarte otra vez lo mismo, de escupirte de nuevo y darte también de puntapiés. Si quieres prestar ese dinero, préstalo, no como a tus amigos, pues ¿se ha visto alguna vez que la amistad haya exigido de un amigo sacrificio de un estéril pedazo de metal?, sino préstalo como a tus enemigos, de quienes podrás obtener mas fácilmente castigo si faltan a su palabra”.

 

Este rechazo a aceptar a Shylock como prójimo y persistir en considerarlo despreciable, proponiéndose él mismo como un enemigo a quien eventualmente castigar si no llega a pagar su deuda, sella el destino de ambos en torno de una relación especular de odio y venganza.

 

Shylock le dice: Quisiera hacer pacto de amistad, ganar vuestro afecto, olvidar los ultrajes con que me habéis mancillado, subvenir a vuestras necesidades presentes, sin tomar algún interés por mi dinero, y no queréis escucharme; mi ofrecimiento es generoso”.

Shylock dejará en claro, mediante el pacto, que la otra deuda sigue sin ser saldada, propone que si no paga a los tres meses la deuda de dinero -dinero que le presta sin interés- tendrá que pagar con “una libra exacta de carne, que podrá ser escogida y cortada de no importa qué parte de vuestro cuerpo que me plazca”.

 

Se trata de que pague con la castración, una falta que lo habilite a reconocer a otro, dar, donar, intercambiar. Estar en deuda requiere la puesta en juego de la falta, de su circulación. Darle valor al otro, reconocerlo, considerarlo tan importante como para intercambiar palabras que constituyan un pacto posible. Por eso la falta  es condición, de acceder al deseo, y se paga como dice Lacan, siempre con la libra de carne, con la falta en ser.

 

Shylock, no quiere el dinero de Antonio, demanda reconocimiento, una demanda de amor y dice “lo repito: para conquistar su afecto os hago esta oferta amistosa. Si queréis aceptarla, bien; sin no, adiós. Y en reciprocidad de mi afecto, no me injuriéis, os lo ruego”.

 

No hay valor comercial en la libra de carne, sino que pone a prueba hasta donde es capaz Antonio de ceder en su goce, ese punto de real no simbolizado,   en el que dejando de lado los prejuicios trate al otro como humano, pero éste prefiere quedar ante la posibilidad de morir antes que reconocer al otro como semejante, y Shylock responderá ante ese incumplimiento tocando lo real de su cuerpo pues no hay circulación simbólica.

 

De ahí que el pacto tiene características sadianas en la medida en que Antonio persista en su posición antisemita hasta dejarse matar, que es el límite al que Shylock lo quiere confrontar. O Antonio dona su falta, y reconoce en Shylock un prójimo, o la libra de carne se torna concreta por persistir en su rechazo al judío.

En tanto las naves que llevarán a Bassanio  a la conquista de la bella Porcia se preparan, Jessica la hija de Sylock se fuga con un cristiano, amigo de Antonio y de Bassanio, la doble traición  de su hija, quien renuncia a su fe, abandona la casa paterna, llevándose su dinero, vendiendo las joyas familiares le provocan dolor, humillación y  odio, allí recae cruelmente toda su  venganza sobre Antonio quien representa lo poderoso y lo peor del cristianismo.          

No hay duelo simbolizado por sus  pérdidas, la figura de la víctima y victimario viran de escena en escena, el pensamiento de Shylock es impenetrable, la mayor humillación es la traición generada por Jessica al huir con un cristiano, en la vertiente imaginaria se despliega el odio como pasión mortífera. 

 

La falta de simbolización, llevan a Shylock a un lugar de absoluta soledad, a un mal encuentro con lo real, ahí, en ese punto trazas de su historia se entrelazan para un final siniestro, sus sufrimientos, su avatares por portar la condición de judío discriminado y socavado en su ser, anudan en ese momento de sinrazón, para dar  de frente a la ley Veneciana y quedarse solo, pobre, deshonrado en su bien máximo que era mantener su práctica religiosa.

 

En el momento en que Antonio pide clemencia por su vida, implacable exige que la deuda sea cumplida como lo determina el pacto realizado. “Me has llamado perro cuando no tenías razón ninguna para hacerlo; pero puesto que soy un perro, ten cuidado con mis dientes.”

No está dispuesto a dar lo que no recibió, ser tratado como un humano.

Antonio sigue sosteniendo que es por ser demasiado bueno y ser considerado una competencia para sus negocios que quiere cobrarse con su vida. No se implicará más que en su narcisismo.

El empecinamiento deja a ambos en una situación sin salida: Si Shylock le saca una libra de carne, no habrá obtenido nada, y Antonio habrá perdido su vida.

 

Dice Lacan: “tal es la ilusión del cristiano, que siempre cree tener más corazón que los demás. Y esto, Dios mío  ¿por qué? La cosa sin duda, parece más clara  si se percatan ustedes de que en el fondo del masoquismo, que es la tentativa de  provocar la angustia del Otro, aquí convertida en la angustia de Dios, se ha convertido para el cristiano en una segunda naturaleza. Lo que esta hipocresía tiene de lúdico y de ambiguo, podemos percibirlo en la experiencia analítica a propósito de la posición perversa.”

 

Tal situación desemboca en un juicio, una intervención legal que es al mismo tiempo una estafa a Shylock. Se realiza un juicio a Antonio,  presidido por el Dux de Venecia y al que asiste Porcia disfrazada de abogado y su criada Nerisa de ayudante, prestas a defender a Antonio.

 

Porcia da la razón a Shylock y admite que lo asiste el derecho a cobrar como se había pactado, trata de persuadirlo invocando a derechos de humanidad, no consiguiendo su propósito. Ante la negación de Shylock a cambiar de parecer y aceptar lo ofrecido en monedas  que triplican lo adeudado. Enuncia la ley a la letra, en Venecia  las leyes prohibían todo derramamiento de sangre por lo tanto solo puede cortar una libra exacta y sin sangrado, con lo cual, cae el derecho del usurero y de todo el pueblo de Venecia. Se ubica otra imposibilidad de obtener de ese modo la libra de carne, Shylock renuncia a su pretensión.

Y es en ese contexto en que la demanda legal que se oficiaba contra Antonio deviene a su favor, girando la posición jurídica fuera de toda lógica en juicio contra Shylock, quien es acusado por intentar conspirar contra las leyes de Venecia.  Finalmente se concluye en un veredicto contra un Shylock que no contó con defensa alguna, la ley protectora de derechos se vuelve contra él, volviendo a ubicarlo en un lugar de objeto del poder circulante.

 

Sentencia que desnuda un sistema legal en el que un judío que reclame justicia recibirá un castigo ejemplar.  

La ley vacila ubicando a Shylock como sujeto de derecho para luego transformarlo en objeto, en diferentes momentos del juicio, contando con los excesos que él mismo plantea e intenta hacer ejecutar y luego sufre en si mismo ante el giro de la ley a la letra.

El Gran Duque le perdona la vida, pero otorga por derecho la mitad de sus riquezas a Antonio y la otra mitad al Estado. Antonio tiene en su poder  perdonarle o no la vida, lo deja usufructuar su casa, y lo deja vivo  a condición de que  él se convierta al cristianismo y prometa la  herencia de  sus propiedades a su hija Jessica, que había sido desheredada por él al fugarse con un cristiano.  Shylock entonces acepta la sentencia y pronuncia su “estoy contento”, cuando le condenan a perder su fortuna y hacerse cristiano a cambio de salvar su vida,  desde una posición digna apenas lo musita, desde el suelo en el que ha caído como puro resto, entre insultos celebratorios de los venecianos, encarna en ese momento la figura del homo sacer que plantea el filósofo Giorgio Agamben: un ser humano reducido a vida desnuda, al que se puede sacrificar sin que constituya delito alguno hacerlo.

 

 

Al final de la obra, las parejas cristianas tendrán su final feliz, pero Shylock ha desaparecido de la escena y no es más mencionado.

Porcia ejecutora de le ley está advertida de la naturaleza del objeto, sabe que es lo que desea Shylock pero aún asi favorece a su linaje, se valdrá de ese saber mismo para destruirlo. Hará que el objeto termine siendo Shylock mismo. Pues si diera cuenta de su saber, otro sería el final de la historia.

Shylock pierde su hija, su fortuna, su profesión y su judaísmo. Es reducido a nada, deviene desecho social, un paria, al punto que afirma “no, tomad mi vida y todo. No excuséis eso más que lo restante. Os apoderáis de mi vida cuando me quitáis el apoyo que la sostiene; me quitáis mi vida cuando me priváis de los medios de vivir”.

 

En diferentes situaciones y momentos históricos, encontramos referentes de la expulsión y segregación, tal es el caso de  Baruj Spinoza, quien la padece  por parte de su propia comunidad ya que sus ideas no son ortodoxas, (1632 -1677) fue un filósofo holandés, portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto Descartes y Leibniz.  En su juventud leyó a los clásicos españoles y las obras de la filosofía judía medieval. A pesar de haber recibido una educación ligada a la ortodoxia judía, mostró una actitud bastante crítica frente a estas enseñanzas. Su formación personal, lo  fueron alejando de la  ortodoxia judaica.

Muerto su padre, en 1654, Spinoza no tenía ya que mantener oculto su descreimiento. El 27 de julio de 1656 fue expulsado de la comunidad judía. Tras la expulsión se retiró a un suburbio en las afueras de la ciudad y publicó su Apología para justificarse de su abdicación de la sinagoga. Acentuó su trato con las sectas cristianas, bastante liberal y tolerante. Sostuvo una abundante correspondencia con intelectuales de toda Europa frecuentando  círculos liberales. En general su obra  causó un gran revuelo por su crítica racionalista de la religión. Le ofrecieron una cátedra de Filosofía en Heidelberg, no la aceptó, pues aunque se le garantizaba "libertad de filosofar", se le exigía "no perturbar la religión públicamente establecida". Un año antes de su muerte fue visitado por Leibniz, pero éste negó luego tal encuentro, murió a sus cuarenta y cuatro años.

Sus amigos editaron ese mismo año todas sus obras bajo el título Opera posthuma. Partiendo de la innegable influencia de Descartes, creó un sistema muy original, con mezcla de elementos propiamente judíos, escolásticos y estoicos.

 

Las posibles salidas de un ser en duelo, a través del arte: Juan Gelman, Gustav Mahler, Carlos Alonso.

 

La trama que enlaza a éstos artistas es la pérdida de un ser amado, en circunstancias poco entendibles para cierta parte de la humanidad. A fuerza de odio  e impunidad, durante la última dictadura militar desaparecen a sus jóvenes hijos Juan y Paloma. Atraviesan el duelo, y sus producciones teñidas por el dolor plasmado en arte, configuran un don continuo  a la memoria.

 

El  recorrido del Seminario sobre la culpa, el duelo y la deuda, pusieron a trabajar en mí, junto a su recorrido, esos restos de memoria aguda sobre hechos históricos vividos en nuestro mundo cercano.

Me preguntaba sobre las deudas que se articulan en la vida de éstos seres en pérdida.

¿Una deuda social?  ¿Una deuda ética que dejaría saldado su valor  máximo en tanto se construya sobre la memoria? Una deuda y una culpa donde víctimas y victimarios circulan en el lazo social e íntimo por las muertes  simbolizadas a medias de nuestra  historia.

 

Recordando nuevamente a Lacan, la deuda se paga siempre con el cuerpo, esos cuerpos desaparecidos en lo real de la muerte en algunos y signados por el exilio en otros, ¿pero de que deuda hablamos? Me atrevería a decir, una deuda que se configura en los entretelones de lo  siniestro. Una deuda por el deseo de Ser "humano", libre, pensante, artífice y protagonista de la propia historia anudado a una realidad histórica, de ahí lo siniestro, donde el abuso del poder avanza sobre lo real de los cuerpos  y aparece allí donde no debería encontrarse , arrasando con todo intento de subjetividad.

                                        

                                        

Juan Gelman

 

“Han tenido que pasar 28 años desde lo que ocurrió para que yo pudiera escribir este libro... Yo realmente no creo que el dolor desaparezca nunca, pero lo que mejoró, digamos, es la convivencia con ese dolor y la relación con mi país”.

 

Valer la pena lo escribe a sus 70 años- es publicado en el 2001 y esta formado por 136 poemas escritos desde el momento en que  descubrió donde se encontraba su nieta (1998), y el momento del encuentro con ella (2000). Parece comenzar a encontrar un camino que valga la pena conectando el pasado truncado de su hijo y el futuro significativo de su nieta, como hija de desaparecidos, pero también como otra memoria, menos dolida. Uno de los puntos más altos del libro es en "Regresos":

 …«vuelves y vuelves / y te tengo que explicar que estás muerto»... escribe

 

En 1976 fueron secuestrados su hijo Marcelo Ariel (20), junto a su nuera María Claudia  (19), embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron, junto a su nieta nacida en cautiverio. Durante toda su vida publica una frondosa obra literaria que acompaña todo el tiempo su compromiso político, variando sus estilos que van  al compás de sus sentires. Como en pocos artistas, su vida y su poesía se encuentran siempre entretejidas.

 

Luego de siete años sin publicar (1973-1980)  se reedita “Relaciones” de  1973 Y en un nuevo libro “Hechos” (1980) escribe sobre  la lucha contra la dictadura, la derrota, el exilio y las muertes, y nuevos poemas escritos en esa época, entre ellos sobresale Carta abierta dedicado a su hijo desaparecido, que ha sido considerado como «una de las más arduas, hondas y lúcidas indagaciones en el dolor que presenta la poesía de todos los tiempos».

 

En 1990 son identificados los restos de su hijo Marcelo. En en 1998,  averigua que su nuera había dado a luz a una niña, en Uruguay exige al estado argentino y uruguayo colaboración con el fin de hallar a su nieta.

 

Ha recibido varios premios y en el año 2007 y  2008 fue galardonado con el Premio Cervantes, el más prestigioso de la literatura en español.

 

Escribe en pleno exilio…Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas de la lengua. …En carta a mi madre, los argentinos descubrirían su poesía desgarradora y desgarrada.  Escribe sobre el Holocausto y el genocidio de la dictadura.

 

«Obligaremos al futuro / a volver otra vez» Es ese futuro con el que soñamos muchas veces en otras épocas, hacer del mundo un mundo «de reconciliación y de reconstrucción» sin excluir la memoria y la tristeza… escribe en Mundar, libro publicado en el año 2007.

 

“Qué le voy a hacer, soy un esperanzado sin remedio. También en términos políticos aunque hay períodos de la historia, como el que atravesamos, donde las expectativas de cambio retroceden a zonas pantanosas. Pero la misma historia ¿cómo que hay flujos y reflujos y que la expectativa vuelve. Todo esto tiene que ver con la utopía. La utopía jamás se cumple, fracasa, pero deja una renovación y la idea imperiosa de retomarla. Pero yo no creo que vea ya otra etapa de renovación”.

 

                                                                               

Gustav Mahler

 

"…Cuando tu dulce madre se acerca

A la luz de las velas,

recuerdo que te adelantabas

corriendo hacia mi con las buenas noches.

Ahora en la creciente oscuridad, nos quedamos solos,

¡Oh luz dichosa

Que me abandonó para siempre! "

 

“…el pájaro negro de la muerte no reconoce ni lo diestro ni lo siniestro, ni derecha ni izquierda, y cuando con sus enormes alas abraza al ser para transportarlo al dominio del para siempre, del nunca y del  jamás, instala el hueco de lo Real…y nada más notorio, en su dramática, como decíamos, que abre la muerte de un hijo en la historia de un padre. ..una mujer, la dulce madre, una niña -la hija– muerta prematuramente, un padre que llora en palabras y sonidos de música aquello que anticipó en sus Canciones de los niños muertos.

 

Cuando Alma, esposa del músico, le reprocha el haber escrito esas canciones, precisamente, para niños muertos, él las defiende: se trata de la muerte de la inocencia, quizás, ante lo vivido  de la extrema crueldad paterna, como un real que al no encontrar palabras suficientes, las acompañó de su música.

 Y es su inocencia la que se ha perdido. Marie, su niña, ha muerto prematuramente; poco importa el antes o el después en tanto que Malher ya sabía de ello aunque no lo conociera”.

 

“Lo siniestro no es nuevo, sino algo familiar sabido que retorna…algo que vuelve siempre al mismo lugar, como corresponde a lo real “…” es algo que, destinado a estar en lo oculto, sale a la luz”.

 

“Para los padres, la muerte del hijo nunca dejará de ser prematura.

Ningún padre está preparado para esta perdida, y parece ser que en estos padres presentados sólo parecen haber tenido la vía, del arte, de la sublimación, para intentar dar cuenta del insoldable abismo que se abrió en sus vidas.”

 

 

Carlos Alonso

 

“En mi caso, el dolor tiene dos etapas. Una cuando no era mi dolor personal, cuando era intelectual, cuando tenía la salud  y la estructura interior que me permitía abordar ciertos temas que los sufría intelectualmente o por convicciones ideológicas: sufría la injusticia, el atropello, la violencia del Estado contra las personas, ese era un dolor manejable, pasaba a la obra con una cierta naturalidad, no había interrupciones.

Muy distinto fue cuando el dolor fue mío, en ese momento perdí esa capacidad de estructura, esa independencia, esa distancia del dolor y entonces se hizo imposible, se hizo mucho más difícil elaborar, porque no existía la convicción de que ese dolor tuviera que cambiar de lenguaje, me parecía ilegítimo, el dolor era el dolor. El deseo y la voluntad de transformarlo en obra fue un fracaso, para mí lo fue, porque cambiarlo significaba ponerlo en otra materia de otro grado de perennidad, de otro grado de relación con los demás”.

 

                

“Así como Malher “huía” de la agonía  de su hija, Alonso poco dice con palabras, pero pinta, da forma, texturas, colores, a lo trágico.

La historia abierta de Alonso está, hasta ahora indisolublemente entramada con los sucesos que fueron atravesando la historia de nuestra sociedad y ello atraviesa, también, impregna, su arte. Conjuga al mismo tiempo, las letras con las imágenes pues ilustró textos de todos los tiempos y paradigmáticos como   la Divina Comedia, El Quijote, Martín Fierro, El matadero.

Ya en 1953 se dice de él: “Alonso penetra en la órbita del arte con los sentidos alerta.  Es decir en  la plenitud de toda sus posibilidades” Y sus posibilidades serán muchas, pero mayormente marcadas por un halo de tragedia. En 1956, de su segundo matrimonio, nace su hija Paloma. La carrera del pintor se extiende internacionalmente, desborda las fronteras como ocurre también  con las fronteras de las de Alonso en muchas casos…

 

"Cuando se está ante un cuadro de Carlos Alonso, todos los adjetivos naufragan en la voracidad de sus líneas, en el espesor de sus óleos. Expulsión y la atracción se trenzan en una danza macabra, llena de música hermosa, rota, desvariada, una música que va y regresa desde el estallido de cristales hacia el silencio sordo de la intolerancia".

 

La obra de Alonso, concentra no sólo la intolerancia social del mundo, sino que deja entrever la intolerancia del mundo hacia el sentimiento del dolor.

Situación humana que desemboca, inexorablemente, en una indolencia capaz de cualquier masacre. Y esta es su mayor denuncia: aquello de lo que siempre será capaz el hombre, porque ya lo hizo antes, mucho antes. Y ahora. Y podrá mañana, otra vez hacer del “matadero” su centro de operaciones. De lo que se deduce que la obra de uno de los más grandes artistas del país, se inscribe no sólo en los acontecimientos sangrientos de la historia argentina, sino de la memoria del mundo.

En medio de una humareda de cigarros entre los dedos de los poderosos, reses que son un poco animal un poco humano, un derroche de vísceras y de sangre que se vuelven poesía, parejas bailando el tango entre las reses, vacas tristes que ignoran su próximo holocausto, niños desnutridos, embarazos rotos, el amor sobre una camilla rumbo al cadalso, en medio de semejante explosión estética hay algo que queda claro: no es violento el arte de Carlos Alonso, sino este mundo tan difícil de habitar en el cual se inspira.

 

“La memoria, donde se la toque, duele” escribió un poeta griego. Porque además del pasado histórico, su vida profesional no ha escapado de pérdidas inconsolables ni del exilio, como consecuencias de la última dictadura militar.

 

“En 1977 su primogénita, Paloma, desaparece a merced de “manos anónimas“.A partir de allí, se abre para Alonso la reedición del infierno con el cual él había querido atreverse a través de la sublimación. Paloma abre la incógnita de un destino que de tan abierto se cierra sobre sí mismo, pasa a ser una “N.N”. El infierno del anonimato cierra su joven historia. Para Paloma y para el padre, no existiría el resguardo humanizador, En tanto simbólico de una inscripción tumbal.

La trágica y premonitoria instalación de Alonso con la cual se abriría su serie manos anónimas, luego retomada en diversas obras que aparecen  como propiedad del autor, nunca se exhibe y es destruida. La vida de Paloma también y  ¿cómo no?, Una parte de la vida de su padre.

 

Manos anónimas, como las canciones de los niños muertos, de Malher son un saber anticipado que parece plasmarse en un exorcismo que no alcanza: luego advendrá el conocimiento de la realidad que prefiguran, el conocimiento que en sus desbordes arrasa ese saber previo.

Manos anónimas. Testimonio de lo más siniestro que, siguiendo las palabras mismas de Alonso, tienen que enfrentar, algunas veces, algunos humanos: la muerte de un hijo.”Manos anónimas (…) pertenecen a una parte de la propia historia a la cual uno no puede renunciar, porque hay cosas…que afectan para siempre. Si uno pierde un hijo (eso) te marca definitivamente. Más si lo perdés en circunstancias tan aberrantes y crueles… Se rompen las formas elementales de convivencia y lógicamente eso te crea una duda sobre todo el conocimiento humano. Como decía, Sartre: “cuando uno anuncia algo para uno, también lo anuncia para los demás”. “Dibujar es romper el miedo y el silencio”.

 

Seres del dolor, seres de duelos no ficcionales sino reales, que dejan su legado de los diferentes modos de reconstruirse en la memoria de sus pérdidas a través de la belleza del arte.

 

 

A modo de conclusión:

 

En uno de los párrafos iniciales, del mercader, un crítico del autor argumentaba que éste, mostraba su arte sin suturas, que hábilmente tomaba datos de la realidad y los transformaba en  una puesta en escena  para dar a conocer.

Se me ocurrió pensar que nuestro trabajo, en cada  situación de escucha también nos crea un compromiso, individual y colectivo, desde una posición ética.

No por antiguo deja de ser vigente el tema que desarrolla Sakespeare en su obra, pensaba ¿qué hubiera escrito después del Holocausto? y a la vez pensaba ¿que posición tomamos nosotros en estos temas?

¿Que distancia  separa, la  ficción  de nuestra realidad histórica,  con relación al arrasamiento del humano diferente en nuestro país? ¿Como funcionó y lo hace aún hoy la ley social? Hay heridas abiertas aún, deudas sin pagar, tal vez desde nuestro espacio podamos seguir construyendo alguna verdad del ser.

 

Cuando Shylock pierde a su hija, y siente el abandono, y el dolor. Por esas asociaciones ilícitas que tenemos los humanos, se me ocurrió leer otra vez y  un poco más sobre la pérdida que sufrieron algunos artistas en Argentina, en la época del proceso, Carlos Alonso y Juan Gelman, contemporáneos y atravesados por pérdidas en lo real, de sus hijos, que pensando diferente a un sistema fueron desaparecidos y  Gustav Malher que también pierde a su hija y me lo presenta Ana María. Tres seres, públicos, conocidos, como tantos otros que quedaron en las sombras, rotos. Perdidos y desgarrados, tras  ese velo descubierto que cae arrancando la ilusión de una trascendencia, la circulación de los emblemas de generaciones venideras.

Silenciados, amordazados, vuelven a levantar vuelo aferrándose a su arte como medio de simbolización posible. Siguen, vuelven para seguir construyendo su historia, atravesados por la necesidad de denunciar en un entramado social, las deudas de una  humanidad  demasiada humana.

Se pueden reflejar, luego de tramitar el duelo, de correr el real, ampliando horizontes por la vía de la sublimación, la belleza de la palabra, de la imagen y de la música.

 

No hay Otro del Otro dice Lacan, hay un significante que hace resto y ese objeto “a” caído, hecho resto, busca enlazarse para sostenerse en una historia vital. Donde no se incrementa la pérdida desde un lugar devastador, sino que se transforma el horror en una tristeza calma, con visos de artísticos logros.

 

Al decir de Gelman “ La palabra que cruzó el horror ¿qué hace? ¿Pasa por los campos del deliro sin protección ? Ese es nuestro campo, en nuestro trabajo de artistas del alma, acompañamos a través de la palabra que algo de la vida retorne de un duelo, a que se enlace otra vez la historia.

 

*

 

El material es frondoso y al leer en la versión final de la presentación siempre se abren más y más preguntas. Será para otro trabajo, ya  que estamos convocados por ese resto que cada vez vuelve a causar nuestro deseo.

 

Para finalizar, seleccioné (con un amigo escritor) un poema de Juan Gelman: Bajo la lluvia ajena poema III  Prosa poética escrita en Roma, en 1980.

 

Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso.

 

¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me saco de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro. Qué dictadura militar podría hacerlo? Y qué militar hijo de puta me sacara del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave del ser se balancea ante la noche? No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar.

 

Es justo que la extrañe. Porque siempre nos quisimos así: ella pidiendo más de mí, yo de ella, dolidos ambos del dolor que el uno al otro hacía, y fuertes del amor que nos tenemos.

 

Te amo, patria, y me amas. En ese amor quemamos imperfecciones, vidas.

 

 


Bibliografía:

 

- Sigmund Freud: Psicopatología de la vida cotidiana (el trastrabarse).

- Idem: El motivo de la elección del cofre (1913).

- Jacques Lacan Seminario X: La angustia.

- William Shakesperare: (Ed. Océano): El mercader de Venecia.

- Dra Ana María Gomez: Fulmen Sinistrum ( Revista Mal-estar, psicoanalisis y cultura), Seminario de la deuda, culpabilidad y duelo (Grupos Clínicos de Buenos Aires)

- Universidad de Tres de Febrero: Entrevista a Carlos Alonso.

- Eduardo Laso (psicoanalista) "Una libra de carne".

- Sara Kofman: “Derrida en castellano”.

- Michael Radford: Tertulia de cine y psicoanálisis (7-11-2005).

 

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(*) Versión escrita del trabajo presentado en Grupos Clínicos de Buenos aires en el marco del seminario anual de la Dra Ana María Gómez: "Deuda, culpabilidad y duelo" (2008).

 

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