Fascinación, melancolía y duelo De amores, culpas y espejos.
Segunda parte
Vanesa Guerra
Y el mundo se desdibujó
no con el dramatismo de largas historias
sino con el estruendo de frágiles ilusiones recién gestadas.
Lo imperfecto es el tiempo de la fascinación: parece estar vivo y sin embargo no se mueve: presencia imperfecta, muerte imperfecta, ni olvido ni resurrección; simplemente el señuelo agotador de la memoria.”
Vuelve Barthés a la hora de pensar el discurso amoroso, la escena amorosa en todo su despliegue imaginario. ¿Qué digo con imaginario? Digo- y lo diré con Bioy Casares “muchos opinan que la inteligencia es un estorbo para la felicidad. El verdadero estorbo es la imaginación” La imaginación es un franco enredo, franco y tramposo ceñido de espejos, allí la fusión con el otro se torna impostada e insoportable. (ver Máscaras venecianas. Bioy)
Pero aún dudo –porque existo- dudo que la insoportable levedad del ser refiera a la diferencia, dudo que el dolor de la angustia implique la aceptación de esa brecha que nos hace a todos tan infatigablemente distintos. ¿De qué dudo? Dudo de que eso sea lo único, lo único que condiciona al ser sumiéndose en la angustia. (1)
Recuerdo a esos dos franceses disertando sobre la felicidad, recuerdo su crítica, los recuerdo diciendo algunas verdades, los recuerdo en mi memoria hecha de letras: El verdadero amor es el que puede existir entre un pez y una bicicleta. (Benasayag y Charlton)
Quiero hablar de la fascinación, del instante en el cual otros marinos cayeron bajo el canto encantador y mortífero de las Sirenas.
¿Que le advierte Circe a Odiseo?
Con aguda canción las Sirenas lo atraen
<>le dejan para siempre en sus prados,
la playa está llena de huesos
de cuerpos marchitos con piel agostada.
¿Qué cantan las Sirenas?
Gloriosísimo Ulises
De tu marcha refrena el ardor para oir nuestro canto
Porque nadie en su negro bajel pasa aquí sin que atienda
A esta voz que en dulzores de miel de los labios nos fluye.
Quien la escucha contento se va conociendo mil cosas...
¿Qué hace Ulises?
Sufre.
Se la banca, ¿porque quiere, porque razona? NO, porque los marinos obedecieron la orden anterior, la que impartió antes del hechizo. Y a cada nuevo ruego, otra vuelta de cuerda por parte de los ensordecidos y encerados marinos. Hombres leales, los suyos.
(Pero, valga mi digresión, ¿No es curioso que todo aquello, en ese primer formato de novela, termine con caricias de felicidad? Por eso yo le simpatizo más a la otra versión. Pues me inquieta que en la Grecia de aquel entonces cuando La Tragedia reinaba el Cosmos, Odiseo finalice la historia al mejor modo Holliwoodense.)
Motivo celta (s.VI)
Modos del anudamiento
Retomo, en realidad, la fascinación impide el duelo porque no da lugar a la historia, no hay posibilidad narrativa. Las hebras de lo que fuera un tejido se anudan, propia madeja compactada de luz y nudos. Pero ¿por qué brilla lo que fascina?
Odiseo quiso escuchar, y para escuchar tuvo que atarse el cuerpo, y cómo. ¡Qué bonito ese Odiseo al que también llamaron Ulises! Que bonito, mientras su esposa coqueteaba con los otros -según la otra versión del mito (2)- o tejía la falsa mortaja según versión oficial, Odiseo quería saber, y para saber tuvo que dejar el cuerpo a un lado- al lado del poste, del mástil, convertirse en mástil, que no es mártir –aunque los que padecen mala dicción a veces enredan la lengua.
Y no es poco.
Vuelvo a la pregunta ¿por qué lo que brilla fascina? La pregunta esconde la trampa: ¿por qué lo que fascina brilla? La respuesta también: Porque no hay forma de ubicar si lo que brilla, brilla afuera o brilla adentro. Explicación primitiva: el mundo- el hombre. Cualquier freudiano básico corregiría esto. Y está muy bien que se lo corrija, porque es falso. Porque entre el mundo y uno hay trillones de tejidos hechos de letras, que son historias, que son pasiones, que son goces, etc, etc. Por eso se habla de realidad psíquica con esa soltura que muestran esos conceptos que tienden a hacer un mazacote apropiado, como cualquier caballito de batalla. Por ejemplo: La Realidad no existe. Lo que existe es la realidad psíquica ¡JA! cómo me estoy riendo. Igual es cierto. En la realidad psíquica, tremebundo concepto mazacote, se corren riesgos. La fascinación es uno de ellos.
Ulises no era ningún bobo, y como bobo que no era tenía un plan, un plan que para muchos podría ser bobo -no para él- y consistía en llegar a otro lugar. De todos modos después de las Sirenas estaban los Monstruos, Caribis, Escila...
Obstinado!
No cedes siquiera ante dioses eternos
Que no es ella mortal
Antes bien, una plaga sin muerte
Un azote tremendo, agobiante, feroz e invencible...
y las sirenas le advierten, son brújulas, indican las coordenadas. Es una función: te advierto y mueres, o, te advierto y sigues.
En fin, las Sirenas eran escala necesaria para llegar a Itaca.
(No se vuelve así nomás a los brazos de una esposa...)
¿Cuál es el soporte de la fascinación? El presente. Y un presente que colma y desgarra. Colma porque captura. Pero ¿qué clase de presente? Quizá sea el presente de Funes el memorioso. Y recordarán que ese presente es la sumatoria incoercible de recuerdos, así que no da lugar al presente, lo desgarra.
Barthés escribe: “me acuerdo patética, puntualmente, y no filosófica, discursivamente: me acuerdo para ser feliz o infeliz; no para comprender” Hay entonces una furiosa identificación al ser, por eso hablamos de captura al referirnos a la fascinación.
Desde allí me retumba Goethe con “quien no comprende su pasado esta condenado a repetirlo”.
En otros términos, fuera del campo de la fascinación, el amor tiene alguna otra posibilidad a la de ser rehén del narcisismo.
¿De allí veníamos no?
Continuará
***
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