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Un intento por llegar a la Transdisciplina

Sergio Rocchietti

 

Nos dirijimos hacia el fin del segundo milenio, lo querramos ver o no, considerar o no, es para todos un hito ineludible. El modo en que nos modificará no podemos decidirlo. El tercer milenio está allí, esperándonos, cerca. Claro está, que cada uno de nosotros puede también, válidamente, preguntarse: ¿qué tiene ésto que ver con lo que hago todos los días?, ¿qué tiene ésto que ver con lo que pienso todos los días?. ¿Cómo modifica un final de milenio lo que es mi estar en el mundo?.
Insisto en que no lo sabemos, pero también, insistir en el no saber quizás no sea mas que no poder mirar alrededor. ¿No poder o no querer?. Este puede ser el punto fundamental o decisivo en lo individual para que cada uno de nosotros se atreva, no como alguien que se atreve a aceptar  un desafío, sino que se atreva a aceptar una invitación. Una invitación ¿a qué?, en principio al diálogo, palabra caída en desgracia en algunos círculos o devaluada por prácticas fraudulentas pero que no deja de ser aquélla con la cual se hizo el camino a través del lenguaje. Se puede argumentar, y con razón que ese camino no nos está llevando a ningún buen lugar, plantearlo así es pensar la totalidad (la humanidad) y nuestro destino concernido en ella, acerquémonos a la singularidad ya que todo el camino es ningún camino (no es nuestra intención discutir el concepto hegeliano de historia universal, los ojos y los oídos atentos ya estarán advertidos de semejante falacia). Es con algunas palabras compartidas, con algunas intenciones entrecruzadas y con algunas labores que algún tramo será en común. El tiempo del encuentro es efímero y, a veces, valioso.


¿Para qué referirnos al final del primer milenio?. ¿Es que ambos, el primero y el segundo, son equivalentes?. En principio no; vemos más diferencias que similitudes. Pero miremos más de cerca. En aquellos tiempos la religión proveía el futuro, ¿de quién esperamos hoy las revelaciones?, ¿quién marca hoy el camino a seguir de un modo indubitable?. La respuesta es simple: la(s) ciencia(s). El paréntesis grafica la operación que anticipamos y no desarrollamos, de La ciencia a las ciencias hay un paso que no gusta de ser franqueado.
La ciencia resulta ser así planteada y ¿por qué no?, así sentida, como una palabra inconmensurable que no nos permite más que esperar sus revelaciones.

¿Cómo dar un primer paso, con nosotros, para hacer de esa palabra algo que no nos convoque a un lugar inmóvil y reverente?. Recordemos que la doble vertiente de significación -tanto latina, scientia, como griega, episteme- de la ciencia, es saber; esto ya nos indica algo.
Si hemos planteado una dimensión temporal irreductible, la finalización de un ciclo denominado milenio, no olvidemos que es con el fin de recordar un hito, una demarcación que nos interroga: ¿qué posición ocupa en nuestra vida la ciencia? Esa ciencia que, scientia, es el nombre de un saber.

¿Es que toda reflexión y toda práctica va a ser llevada a cabo por su modo de plantear los problemas?. ¿Es que hay una sóla razón, la puesta en forma bajo el nombre de científica?.
Seamos claros, no somos partícipes del rechazo a priori. Intentamos evitar ser llevados a posiciones de dominio que, dejan afuera de ellas más de lo que deberían. Intentamos evitar los prejuicios, -evitación siempre parcial- en tanto lo previo que determinan, y por ello destituyen sin motivo los aportes nuevos, y ¿por qué no? quizás, promisorios.
Ciertamente, éste no es, ya, un lugar de arribo. Es más, consideramos fundamental mantener este movimiento de un modo permanente. Digámoslo así: de nuestras certezas provisorias a nuestras próximas incertidumbres.

La cuestión de base, personal, es: ¿estamos dispuestos a que nuestras certezas se transformen en incertidumbres?. Dicho fácilmente, ya estamos, siempre, bajo esa posibilidad. La cuestión es, si nos acercamos a esas incertidumbres o las rechazamos sin querer percibirlas.
El rechazo de nuestras dudas o ignorancias transforma a las certezas en creencias. Y no es otra la verdadera significación de la palabra dogma. Dogma es creencia, creencia firme, inamovible, inconmovible. Si nos guía un sistema de dogmas no seremos otra cosa más que dogmáticos.
Porque firmemente sentimos y pensamos que es necesario plantear un tipo de cuestionamiento distinto en el camino del pensar y del hacer, nos proponemos un lugar de encuentro. Un lugar de encuentro ¿para qué?. Para que sea posible el diálogo, el intercambio, la discusión, y que así, de ese modo nuestros conceptos teóricos y nuestras prácticas fundadas en ellos no tengan el sesgo de lo dogmático. Hemos denominado -junto con otros- "transdisciplina" a este método peculiar de intento de trabajo.

Dos puntualizaciones más aún son necesarias. Uno, la transdisciplina, tiene el carácter de un proceso, esto es, desde cada disciplina, con sus puntos de vista y perspectivas, ¿podríamos arriesgar, estrecha, como palabra que defina esa situación? a un encuentro con otras. A esto lo podríamos llamar: "momento transdisciplinario". ¿Qué va a suceder allí, inter, entre las disciplinas? No lo sabemos.
Es aquí que consideramos nuestra segunda puntualización. Esta es el carácter de intento que lleva en sí nuestra propuesta, y en su carácter de intento siempre va a ser algo a mejorar, a corregir, a modificar por todos aquellos que en ella participen.

¿Cuál es el intento?. El acontecimiento transdisciplinario. Poder llegar por el encuentro interdisciplinario a otro momento más allá de lo inter, entre. Tendrá el calificativo de acontecimiento si produce una modificación singular en los que allí participan; singular porque no será la misma para todos, sino que será diferente o ninguna, para cada uno de ellos. Luego, el camino es el retorno a la propia disciplina, pero transformados por lo que aconteció en el encuentro.

Esquematizando lo anterior tenemos:

a.  La disciplina propia (teoría y praxis)
b.  Encuentro interdisciplinario
c.  Momento transdisciplinario (acontecimiento)
d.  retorno diferente a la disciplina propia

Por supuesto que nuestro planteo no es algo aislado. Similares cuestiones vienen siendo trabajadas en ámbitos locales (instituciones, fundaciones, grupos de investigación), o en ámbitos extranjeros (congresos, universidades, institutos de investigación). Pensadores (E. Morin, E. Laszó) y científicos (I. Prigogine) hablan e intervienen sobre la transdisciplina.

Lo que aquí proponemos es nuestra manera de considerar y dar una forma provisoria -en tanto los distintos momentos planteados- a algo que creemos necesario realizar: un intento.


En el intento de esta propuesta está la presencia de una escritura que por sus trazos  vehiculiza una posibilidad. Escritura y diálogo se entrecruzan para designar una temática, para presentar una problemática, para generar espacios, para dar formas a diferencias, para producir desde lo no sabido, para concluir en un suceso no previsto. Claro está que estos ítems: temática, problema, espacio, diferencia, no sabido y acontecimiento deben ser desarrollados oportunamente y de una manera previa, para constituir un dispositivo, junto con las nociones de diálogo y escritura.

 


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